El desempleado agradecido

Un día cualquiera de septiembre, el día se levanta gris, amenaza lluvia. Después de muchos meses de desempleo y más de un quebradero de cabeza personal, te encuentras por tu barrio con una antigua usuaria del último servicio de orientación en el que trabajaste. A distancia, la observas y notas cierto cambio, al acercarse y saludarte confirmas que tienes ante tí una persona diferente: más segura, más confiada, más feliz. Viene acompañada de sus tres hijos y lo primero que sale de su boca es el agradecimiento por el trabajo realizado hace meses cuando toda esas características personales no la adornaban como ahora. Como ya me comentó a través de las redes, está trabajando y hace muy poco, su contrato como su mirada, han cambiado a mejor. Sigue la conversación y vuelve a referirse al proceso de orientación, cómo le sirvió en aquel momento y me «culpabiliza» de su éxito. Un poco emocionado (lo reconozco) me quito méritos, no por falsa modestia sino porque creo que hice mi trabajo pero que ella es la gran valedora de todo lo conseguido. Intento reflexionar sobre la incidencia que mi trabajo ha causado en las miles de personas que he podido atender en estos últimos 15 años. Sé que hay muchos como Sonia y otros muchos que pensaran lo contrario pero tambien unos cuántos que no serán conscientes de la importancia que tuvo en su momento aquel encuentro con un orientador cualquiera, en una oficina cualquiera. Para todos esos orientador@s que hoy miran al cielo gris y que continúan en su afán de ser útiles. Gracias Sonia, ahora sin duda yo soy el agradecido y el desempleado.