Hoy tengo un sueño

Anoche tuve un sueño

Parafraseando el inicio del famoso discurso de Martin Luther King (I have a dream) realizado junto al Monumento Lincoln el 28 de agosto de 1963 en Washington DC (EEUU), y desde la más humilde de las distancias, yo también tengo un sueño.

Tengo un sueño, un sueño en el que las personas que me rodean son más felices. Y son más felices porque trabajan, porque trabajar es un derecho y también es un deber. Es la manera en la que los ciudadanos se ganan la vida, realizan sus tareas a cambio de un sueldo. Un sueldo que les permitirá cubrir sus necesidades personales y las de sus familias. Nada más y nada menos.

Hoy tengo un sueño

Sueño con una sociedad más justa, donde la riqueza sea mejor repartida y donde los más desfavorecidos lo sean menos. Deseo una sociedad que proteja a quien más lo necesita y no a la inversa.

Hoy tengo un sueño

Sueño con un país en el que los que tienen las riquezas no abusen del más débil. Sueño en que la humanidad de estas empresas/personas prevalezca por encima de las ganancias económicas. Deseo que nuestros vecinos no pierdan sus viviendas para luego ser cerradas, abondonadas o vendidas al mejor postor. Sueño que el dinero no sea la única motivación para vivir.

Hoy tengo un sueño

Sueño también con una clase política decente, responsable de sus actos y de la omisión de ellos. Sueño con una clase política que se implique en la realidad del pueblo que los eligió en democracia. Deseo que las personas que nos gobiernan entiendan y se preocupen por  los problemas de los ciudadanos y que hagan lo posible por solucionarlos.

Hoy tengo un sueño

Sueño con unos medios informativos independientes, comprometidos, críticos y valientes. Que denuncien e informen de forma veraz, para que todos tengamos una visión más real de todo lo que nos rodea.

Sueño, hoy más que nunca, sueño con una sociedad que se implique en su futuro, que no se conforma con meter un papelito en una urna cada cuatro años. Sueño con personas que defienden sus derechos y no tienen miedo. Sueño con la valentía perdida y me aterroriza la sumisión aprendida que nos paraliza y retiene y que nos sirve de excusa para no luchar y dar el partido por perdido.

Tengo esperanzas, aún tengo esperanzas….cuando oigo que un banco no ha ejecutado un embargo por la presión de unos vecinos que no ganaban nada con ello; cuando veo un incendio en nuestros bosques y equipos de personas enteros se dejan literalmente la vida en ello; cuando observo un colegio plagado de recortes y me encuentro con profesores/as que se implican por encima de sus obligaciones; cuando veo vecinos que ayudan a otros que están en situaciones dramáticas; hospitales en los que su personal se desvive por hacer bien su trabajo a pesar de la precariedad de muchos de ellos; …

Sí os aseguro que aún tengo esperanzas, ya no es por nosotros, que también. Es por nuestros hijos…porque  nuestra obligación es dejar el mejor legado posible para que ellos lo mejoren para nuestros nietos y así indefinidamente, porque quizás nos empeñamos en complicar algo que puede ser mucho más sencillo.

Sí, hoy más que nunca, tengo un sueño.