¿Huelga? Sí pero…

A pocas horas de la que se presume una manifestación multitudinaria…quiero dejar en el aire alguna que otra reflexión rápida.
Hoy podemos considerar que nos encontramos en un día de reflexión. Los casi 6 millones de parados que deambulan por las calles de nuestra España, no tendrán grandes dudas al respecto y «secundarán» (ya quisieran hacerlo de forma efectiva… o no) en su gran mayoría esta convocatoria de huelga general.
Los trabajadores/as de la administración pública (maestros, bomberos, sanidad, justicia,…) tiene quizás más motivos que nunca para echarse a la calle y reclamar a este gobierno que se olvide un poquito de ellos, que para lo que se acuerda, mejor no estamos.
Los trabajadores de la empresa privada junto con los autónomos, que han visto esquilmado su poder adquisitivo (como todos) se encuentran en una difícil situación para poder decidir qué hacer sin llevarse, además, una reprimenda desde sus propias empresas, y perder los beneficios de un dia laborable, por el simple hecho de hacer uso de un derecho recogido por la Constitución Española.
El panorama que se nos presenta y al que nos vemos abocados es de lo más desesperanzador. Los gobiernos están desgobernados, ya existen otros que les dirigen a ellos, que tienen mayor poder de influencia y decisión en los grandes mercados. Estos imponen a los más débiles las medidas que nos «beneficiarán a todos». En el otro lado de la bancada nos encontramos con una oposición que quiere sacar tajada de una «mani de las gordas».
¿De que sirve una huelga general en el siglo XXI? Sinceramente y por la experiencia de las últimas, yo diría que de poco. Sea como sea, unos dirán que ha sido todo un éxito y otros opinarán que el seguimiento ha sido muy inferior.
Los partidos de la oposición sacarán pecho e intentarán conseguir el máximo rédito político para poder sentarse en el sillón del mandamás en cuanto tengan oportunidad.
Los sindicatos nos convencerán de que la única vía que nos queda es la movilización (curioso cuanto menos, ya que ellos durante bastantes años han sido de los más acomodados y complacientes con los diferentes gobiernos) y tratarán de arrastrarnos a la calle para defender nuestros derechos y la justicia.
La prensa, la televisión y las radios hablarán de esta huelga según les convenga, es decir, dependiendo de si quiero más a papá o a mamá (hace tiempo que perdimos la información imparcial y honesta).
Las grandes empresas y sobre todos sus dirigentes nos dirán que no es el momento, que lo que toca ahora es trabajar (ya quisieran esos 6 millones de antes) todos a una….y salir de una vez de esta terrible situación.
Mientras desde el centro de Europa, una mujer nos observa, mirada fría y sonrisa falsa. Desconfía de los españoles, espera paciente y dirige el cotarro. No quiere problemas hasta que lleguen las elecciones en 2013 y pueda salir reelegida sin tener que pedirle a su parlamento, más dinero para el sur de Europa.
Con todo esto y más sobre el tapete…¿merece la pena ir a la huelga?, si decidimos hacerla ¿en qué nos beneficiará?, ¿puede perjudicarnos en nuestros respectivos trabajos, a pesar de ser un derecho reconocido?, ¿cambiaremos algo?, y si no hacemos huelga ¿cómo podemos protestar y ser escuchados?; ¿se ha «institucionalizado» la huelga como un peaje para los distintos gobiernos que la asumen como un pequeño obstáculo en el camino pero facilmente salvable?
Este es parte del mundo que hemos creado, ni más ni menos. Ahora tenemos qué decidir cómo actuar. Quizás nos jugamos más de lo que parece, quizás da igual lo que hagamos porque, es posible, que nuestro destino esté decidido desde hace 10 ó 20 años, sólo que no lo sabemos.