El Orientador Desorientado
Hace tiempo que no escribo en mi blog de orientación….debo haberme convertido en un orientador desorientado.
Al orientador desorientado es fácil localizarlo, desde hace unas semanas pasa más tiempo en casa que en cualquier otro lugar. Normalmente sólo, frente a una pantalla y un teclado. Intenta, sin éxito, averiguar qué ha pasado. Para ello repasa la prensa, el BOE, el BOJA, el BOP, Twitter, Linkedin, Facebook, buscando pistas definitivas que expliquen su situación. Debe ser que los índices de paro en Andalucía, en España han descendido hasta límites insospechados. Pero tras unas breves consultas, descubre que no es así, desgraciadamente. Si por casualidad no lo encuentras en casa, podrás hacerlo en algún curso formativo (normalmente gratuito) que utiliza a modo de reciclaje o desconexión, paseando por la ciudad con la misma intención o nuevamente frente al teclado realizando un curso online…
Bueno, vale, piensa. No es la primera vez, esto es cíclico. Los programas de empleo siempre han dependido de otras instancias y ya sabemos que cuando se acaba la pasta, se acaba el programa y hasta la próxima. Pero, da un poco de miedo, ¿hay próxima? Entonces el orientador enjaulado, mira la pantalla y vuelve a intentar discernir si sus pensamientos van encaminados o simplemente tiene un ataque de negatividad y autocomplacencia. No le queda muy claro y para ello huye del 2.0 y se centra en el 1.0. Vale, voy a hablar con gente que debe de saber de esto más que yo….y descubre que gran parte de esa negatividad tiene su razón de ser y sí, ahora tienes motivos, chaval.
Pero es entonces y sólo entonces cuando descubres que tampoco eres un chaval. No, el tiempo ha pasado. Son 15 años dedicados a una profesión, te has especializado pero sobre todo te has hecho mayor, para algunos demasiado mayor. De repente, todos aquellas reflexiones que compartías con los desempleados/as que atendías, bullen en tu cabeza. Situaciones mil veces repetidas, de repente, tienen que ser aplicadas a tu situación. Y es entonces cuando la duda y el temor te hacen prisionero.
Un día, la gente que te rodea, al menos la más íntima, familia y amigos, comienza a verte algo raro, un poco triste, preocupado, huidizo. No te apetece mucho la conversación y te sientes más cómodo en la soledad de tu escritorio. Desde allí también se observa y también te calientas. Descubres como los presupuestos para programas de empleo en tu comunidad han descendido de forma humillante, certificas que quizás no es que no haya voluntad política, lo que no hay es un euro (al menos para esto). Y concluyes que las políticas sociales en épocas de crisis son una risa.
Pero calentarse con la política y los políticos es una salida fácil, tú vales más que todo eso. Por ello te aislas de las noticias que sabes que te producen indignación y rabia y te centras en lo que puedes hacer por mejorar tu situación. Análisis, tengo que analizar quién soy, lo que he hecho y lo que quiero hacer. Es sencillo, bueno no tanto porque de lo quieres hacer a lo que puedes hacer va un trecho. Pero nadie dijo que esto iba a ser fácil, así que analizas, diagnosticas y concluyes.
A groso modo te encuentras con tres alternativas: una, seguir prácticamente igual, aprovechar el tiempo formarte en lo que puedas y esperar tu oportunidad. Seguro que llegaran más programas de empleo en los próximos meses, similar al tuyo o diferentes. Habrá opciones de meter la cabeza en alguno de ellos pero será más difícil que antes, habrá más competencia y el riesgo es alto. Y ya te has llevado una lección gratis de que no puedes fiarte de la administración pública, así que tú verás. La segunda opción pasa por un reciclaje formativo de nivel nuclear, es decir, empezar de cero en otra historia, no necesariamente relacionada con la anterior…Y la tercera, intentar aprovechar tus habilidades, conocimientos, destrezas,…para reinventarte dentro de lo mismo pero con posibilidades reales de trabajar. Para esta última opción puede ser deseable alguna (pequeña) formación y de forma indispensable, es obligatorio un cambio de mentalidad, más cercana al empleo por cuenta propia que al empleo por cuenta ajena. Vale, parece que he llegado a algún sitio.
Y en estas nos encontramos, el orientador desorientado, intentando trazar las líneas de su futuro laboral más inmediato.
De repente una pequeña mueca aparece en su rostro, algo parecido a una sonrisa. Recuerda lo conseguido, lo importante que fue su presencia para algunas personas, el trabajo bien hecho y el que no lo fue tanto. Y piensa que todo está aún por hacer.
Ya sabéis, en la soledad de su escritorio, mirada al frente, gesto serio y manos en el teclado, allí encontrarás al Orientador Desorientado.
Raquel
Muy bueno compañero!!
Sergio Cañete
un placer, compañera