Huye, han vuelto los «ladrones de ilusiones»
Hace ya unos meses que no escribo un post. Desde principios de verano exactamente. Cierta sensación de abandono y de incomodidad me lleva atormentado los últimos meses. Reconozco haber perdido el entusiasmo inicial, cosa por otra parte de lo más normal en proyectos de este tipo, pero por ser habitual no me resigno.
Como sabemos existen los «ladrones del tiempo» y hace tiempo leí en algún sitio algo sobre los «ladrones de ilusiones». Se trata de una «especie» bastante extendida en nuestro país y que desde hace tiempo consigue hacer un daño inimaginable. Muchas veces este daño es involuntario, es decir, esta «ser» suele estar cerca tuya y tiene los suficientes privilegios que le otorgan dicha cercanía para fagocitar tu energía vital, pero lo hace de forma no consciente, a través de (malos) consejos, frases lapidarias (ya te dije que eso no funcionaría; es un error que estudies a tu edad, lo que debes hacer es buscar trabajo; olvídate de montar una empresa, están cerrando muchas,….) y en general todo aquello que pueda minar tu ánimo y tu ilusión.
No tengo datos estadísticos que avalen lo que aquí escribo, pero me da igual. La percepción de lo que me rodea, me permite escribir estas líneas con cierto rigor.
Estos «seres ladrones de ilusiones» se esconden tras cualquier esquina, no debes bajar la guardia, te los encuentras en distintos formatos pero son igual de temibles. Pueden ser compañeros/as de trabajo, amigos/as íntimos, familiares, conocidos,…habitan en cualquier rincón de nuestras vidas y cuando tienen la más mínima oportunidad….atacan y vuelven a sus guaridas esperando nuevas víctimas.
A menudo me pregunto qué tipo de «ser» llega a funcionar de esta forma.
Imagino que son «seres» muy estáticos, inamovibles en sus ideas y convicciones. Un día llegaron a una conclusión, seguramente por accidente, y fue para ellos como un problema resuelto al que ya no tienen que volver más porque ya no tiene sentido seguir interrogándose aunque las circunstancias cambien. Pueden ser gente joven o más veterana, creen haberlo vivido todo y es más, creen poder opinar desde dentro de vuestras cabezas, porque os dicen que tú eres como ellos. Por tanto llego a la conclusión de que son «seres» fracasados, no por haberlo intentado sino por lo contrario. El miedo, el temor a equivocarse, les llevó a refugiarse y con el tiempo a convertirse en «chupadores» de la energía de otros. Se identifican contigo porque se imaginan que sois igual o menos inteligentes que ellos y no pueden reprimir cierto gozo cuando ven que no consigues tus objetivos. A «ellos» no les importa, quizás porque nunca los tuvieron y se sienten menos amenazados cuando todo es una tabla rasa en la que nadie despunta. En su mundo los errores y fracasos de otros que sí lo intentaron les mantienen seguros, no tienen nada, si acaso muy poco pero no lo quieren perder y sobre todo no quieren que tú lo consigas, ya que si lo haces, rompes sus esquemas y les provocas dudas y preguntas que ya resolvieron y a las que no quieren volver, porque son incómodas y duelen….las respuestas.
Aléjate, huye de estos seres en cuanto seas capaz de identificarlos, no son sutiles en sus argumentos por lo que rápidamente debes iniciar la retirada. No intentes convencerlos, este es otro error habitual de personas dialogantes y con cierta locuacidad. No conseguirás moverlos ni un centímetro. Son capaces de sobrevivir en las circunstancias más extremas y cuando su argumento se muestra incoherente de forma evidente, guardan silencio; entonces piensas que es posible el milagro y que la sinapsis de alguna de sus neuronas ha provocado un chispazo, algún tipo de alumbramiento que les pueda al menos hacer dudar. Nada más lejos de la realidad, tras unos segundos de silencio y esperanza vana, repiten la idea original como aprendida de memoria, una especie de oración recitada muchas veces en sus cabezas y que de forma automática vomitan sobre tí, manchándote y destruyendo tu resistencia. En estos casos la retirada es la única opción, hazme caso y huye si te los encuentras.